Ya es cuestión de confesar, son 28 los que han caído, ya es cuestión
de saber qué hacemos y que dejamos atrás y cuál es que lo que viene por
delante.
En Londres no para de llover y en mis adentros el
sol se ha quedado permanentemente, aunque haya partes en las que hay sombras.
Pero el sueño volvió la noche pasada, volví a
caminar por el precipicio, mirando el horizonte, sintiendo el viento en mi
cara, sentándome en el filo de la montaña, contemplando el infinito y con la sensación
de que el estómago se me saldrá por la boca de un momento a otro. Me levanto,
camino cuatro pasos para atrás, respiro fondo empiezo a correr y salto…
De repente me despierto…
Así he
estado durante los últimos meses con ese sueño noches tras noches, entre abrazos
o noches sueltas.
Con miedo de volver a dormir para evitar saltar,
evitar caer, evitar quedarme sentado…
Pero hoy sin querer, me desperté justo antes de
saltar y mi sensación fue querer volverme a dormir, quería volver a saltar quería
sentir el aire en mi cara mientras caía.
Sin embargo no me pude dormir de nuevo, así que me
levante me hice un café y mirando caer la lluvia, de pie, enfrente la ventana,
me dediqué un abrazo y mientras me encendía un cigarro, descubrí que había saltado
meses hacía ya meses y que no estaba
cayendo sino que estaba volando, buscando la forma de aterrizar de una forma
segura.
El aire seguía soplando en mi cara, mis brazos están
estirados y bien abiertos, doy piruetas, sonrío, miro hacia todos los lados,
busco en el horizonte donde estaré seguro, donde pueda aterrizar y
establecerme, con las nuevas maletas, las nuevas ideas y las nuevas alegrías que
viene día tras día.
Así que hay alguien que me espera en su pista de
aterrizaje, me espera cada día y me indica, con tulipanes amarillos, el camino
de vuelta los días que hay niebla.
Más allá de la
literatura romántica de fantasía y de noches despierto, hay mucho más.
Decidí saltar y entre salto y salto, sin darme cuenta me encontré en los 28 y esta vez de otra manera, esta vez todo sabe diferente, sabe a los 18. Nuevamente soy quien fui antes de saltar sin plumas en las alas (un poco de humor se permite…).
Decidí saltar y entre salto y salto, sin darme cuenta me encontré en los 28 y esta vez de otra manera, esta vez todo sabe diferente, sabe a los 18. Nuevamente soy quien fui antes de saltar sin plumas en las alas (un poco de humor se permite…).
Para mi hoy
vuelvo a cumplir 18, vuelvo a ser mayor de edad, pero con la suerte de la
experiencia ganada y de tener una pista donde aterrizar. Ahora puedo volar tan alto como quiera, que
tengo el destino fijo siempre, sabiendo que por muchas turbulencias, ventiscas,
problemas técnicos, siempre puedo contar con un aterrizaje de emergencia, donde
alga falta, para luego poder llegar a mi destino.