Bueno después de publicar la
novela online por partes, otro as que me he sacado de la manga para alargar el
fin del comienzo, de dos semanas pasadas por agua y soledad, de una promoción
laboral en dos meses, de echar de menos a la familía, de nuevos habitantes en
la casa, de despedidas y de bienvenidas... Todo volvía a la calma o al menos
eso parecía.
Pero en el interior tenía una
espína clavada. Así que después de tener la mente ocupada en muchas cosas para
no acordarme del día, sin querer me acordé. (Pero sin querer evitarlo tampoco).
Así que esta vez debería de ser
la última, seis meses ya eran suficiente para mirar hacía delante, nuevos
proyectos me esperaban con cada gota de lluvía que caía, nuevas puertas debería
de abrir todo y que las llaves no las tuviera por el momento.
Pero dicen que los dramas
literarios se escriben cuando uno menos se lo espera. Y que a veces lo que
literariamente escribimos no tiene nada que ver con lo que vivimos.
Pero en fin así que nuevamente me
encontraba en la cocina de Leyton con mi corazón roto, dónde hace unos meses
dos corazones rotos se encontraron allí y poco a poco, sin prisas fueron
contándose sus miedos, sus dolores, sus problemas... pero ahora vuelvo a estar
yo solo, pues Ana emprendió un nuevo viaje para curar su corazón.
Así que a las cuatro de la
madrugada sin nadie con quien celebrar mi nuevo puesto de trabajo, un Green Tee
y un ratón como invitado a la fiesta, me pusé a escribir y sin querer me salió
está versión:
“ Problemente ya de mi te has
olvidado y sin embargo yo me sigo acordando. Pero me he querido ir para a ver
si algún día que tú quieras volver no me encuentres.
Por eso ya no estoy en mi lugar
de siempre, ni la misma ciudad ni con la misma gente. Para que tu al volver lo
encuentres todo diferente y no sea como ayer y vengas a buscarme...
Problamente estoy pidiendo
demasiado, se me olvidaba que ya habíamos terminado, que nunca volverás, que
nunca me quisites, se me olvidó otra vez que solo yo te quise...”
Así que después de quedarme más
ancho que largo al escribi esto. Me di cuenta que no sentía nada, que me había
quedado tan helado, que ciertas emociones eran imposibles de volver a vivir.
Me he dado cuenta que no quiero que
venga a buscarme. Mejor así, seis meses y una nueva vida me han bastado para
comprenderlo.
Mr Ice había pasado de Iceberg a
cúbito de hielo moribundo en el último cubata de la noche. Ese que cada vez
cuesta más de beber y que al final aborreces y lo dejas en cualquier rincón
olvidado hasta que viene otro y se lo lleva.
Y además nunca sabes sin el
cualquier esquina o en cualquier whats app vas a recibir un alegría o vas a
descubrir algo nuevo y mucho mejor.
Así que si no tengo las llaves de
las puertas, para abrirlas, llamaré a un cerrajero para que lo haga y sinó pues
a buscar otra puerta.
Carrión.
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