Cuando llegas a
casa después de un largo día de trabajo, no hay nada mejor que tener una larga
conversación de nada y de todo con tus compañeros de piso. Casi siempre esas
conversaciones suelen ser sobre la vida en London, lo caro que está todo y la
jodida Central Line que cada dos por tres te deja tirado y no va.
Muchas noches
depués de terminar las conversaciones cocineras (porqué como no tenemos comedor
toda la vida se hace en una cocina de 3 metros cuadrados), me pongo a
comprender que todos estamos en London por algún motivo aunque el motivo sea
averiguar el por qué estamos aquí.
Con quien tenía
conversaciones más vanales pero que me daban ideas para el blog, era con Marta.
Con ella podía tener largas horas en la cocina entre risas y conversaciones
divertidas. Pero nuestras conversaciones siempre se paran en el momento que
sabemos que abmos estamos tocando cierto tema que nos va a poner tristes, justo
en ese momento es el momento preciso para irse a la cama.
Así que el otro
día estuvimos intentanto averiguar hacía dónde van los calcetines que se traga
la lavadora. Porqué a todos nos pasa lo mismo, siempre la lavadora se nos traga
algún que otro calcetín.
Así que llegamos
a la conclusión de que debería de haber un mundo alternativo donde viven miles
de calcetines inmpares.
Con esa idea me
fuí a dormir y cómo no podía dormir decidí aprovechar el verano londinense y
salir a la puerta de la calle sentarme y reflexionar sobre todo eso mientras me
tomaba un té y me fumaba un cigarro.
Un mundo de
calcetines impares!!!!!!! La verdad que no era una idea muy loca. Un mundo
donde hay calcetines de todo tipo, rotos, de colores, zurzidos, de rombos, de
ejecutivos... pero todos tienen en común que están solteros busc ando a su
pareja.
Sin embargo ese
mundo tampoco es tan diferente del nuestro, en el que hay miles de personas
solteras buscando a su otra pareja. Aquí también hay corazones rotos, zurzidos
una y otra vez, corazones esperando a ser rotos y todos andamos por la misma
calle buscando a nuestra pareja.
Así que llegué a la conclusión de que las
personas somos como los calcetines.
Algunos tienen a su pareja, otros
la perdieron en la lavadora o fueron ellos los que se perdieron, algunos
están tan zurzidos que son incapaces de emparejarse con el otro. Y que nunca
sabes cuando “la lavadora” va hacer que tu calcetín se pierda o seas tu mismo
el que aparezca en el mundo alternativo de los calcetines solteros.
Carrión.
Este comentario ha sido eliminado por el autor.
ResponderEliminarGenial la metáfora. Lo malo es que los calcetines aparecen pegados al tambor la mayoría de las veces, pero quienes tenemos el compañero perdido o no encontrado lo tenemos más difícil. Y las leyes de Murphy aún no han publicado nada al respecto, ni un simple corolario.
ResponderEliminar¿Qué haremos tan desempearejados, zurcidos y remendados?
Abrazos mágicos y púrpuras
Pues a mi que me devuelvan todos esos calcetines que no encuentro de ese mundo de calcetines impares.
ResponderEliminarUn abrazo
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